Salud

Displasia de cadera
Es la enfermedad ortopédica más común en perros. A grandes rasgos, consiste en una mala congruencia de la cavidad de la cadera con la cabeza del fémur.
Se trata, por tanto, de un “desajuste” entre la cabeza del fémur y su acetábulo o alojamiento. Esta «holgura» es la responsable de la típica cojera de los perros afectados por displasias severas.
Se considera una enfermedad genética hereditaria y multifactorial. Esto quiere decir que, además de la herencia genética que aporten los progenitores, el ambiente también juega un papel importante en la manifestación de la enfermedad.
Algunos estudios estiman que entre el 40 y el 60% de la predisposición a desarrollarla es de origen genético, por lo que la heredabilidad es alta.
Entre los factores ambientales que contribuyen a desarrollar la enfermedad con mayor rapidez se encuentra el exceso de ejercicio durante el crecimiento. También pueden contribuir las carencias nutricionales, el sobrepeso y la velocidad de crecimiento.

Síntomas y tratamiento
Algunos de los síntomas de la displasia de cadera son cojera, intolerancia al ejercicio, dificultad para saltar, correr o tumbarse. También se puede observar restricción de los movimientos de la cadera, chasquidos en movimientos forzados o al andar, o negarse a levantarse. Estos indicios suelen llevar aparejados la pérdida de masa muscular en las patas traseras y el dolor de cadera.
Es posible que muchos perros no manifiesten síntomas evidentes y lleguen a la edad adulta sobrellevando bastante bien la afección, quizás porque sean más tolerantes al dolor. Sin embargo, serán portadores genéticos y posibles transmisores a su descendencia.
Las consecuencias secundarias de la displasia son profundas y las manifestaciones clínicas, en la mayoría de los casos, van acompañadas de mucho sufrimiento para el animal. Por este motivo, es fundamental la detección de los ejemplares que la padecen para no utilizarlos como reproductores, debido a que es una enfermedad que tiene alta heredabilidad.
El tratamiento médico dependerá de la gravedad. Puede suponer el mantenimiento de un peso corporal mínimo o una rutina de ejercicio limitada, en los casos más leves. En casos más graves puede suponer la administración de antiinflamatorios para aliviar el dolor, con riesgo de provocar daños renales y hepáticos, o suplementos protectores del cartílago (condroprotectores). En muchas ocasiones puede incluyo requerir fisioterapia o intervención quirúrgica.
Es importante descartar a tiempo la presencia de displasia de cadera en el Golden Retriever a través de una radiografía de cadera. Siempre se realizará a partir de su primer año de vida, cuando la articulación ya esté formada y se puedan obtener resultados fiables. Las placas radiográficas hechas antes de esa edad pueden presentar falsos negativos y, por ende, no son recomendables.
Grados de Displasia de cadera
Existen varios organismos o entidades cuya valoración de las radiografías del grado de displasia se considera oficial, y que clasifican las caderas en los siguientes grados:
A: Libre de Displasia (perfecta conformación articular). Ausencia de signos radiográficos de displasia)
B: Libre de Displasia. Similar a la anterior, pero con pequeños matices.
C: Displasia Ligera (signos leves de displasia)
D: Displasia Moderada (signos moderados de displasia)
E: Displasia Grave (signos graves de displasia)
Los grados A y B se consideran sin indicios de displasia de la articulación coxofemoral y, por lo tanto, sólo ejemplares con esta valoración deberían ser aptos para la cría.
El grado C indica una displasia leve, una forma de transición, que con el tiempo podría provocar una osteoartritis degenerativa o artrosis.
El grado D indica una displasia moderada, con una clara incongruencia entre la cabeza del fémur y el acetábulo.
Finalmente, el grado E indicaría una displasia grave, con llamativas alteraciones en la cadera como luxaciones, deformación de la cabeza del fémur y otras señales osteoartrósicas.

Displasia de codo
Es el término general empleado para denominar a un conjunto de lesiones hereditarias que pueden presentarse de forma aislada o conjunta en esta articulación. Simplificando, podríamos decir que consiste en un trastorno óseo que hace que no se forme bien la articulación del codo (grado de ajuste de los extremos de húmero y radio), con la consecuente propensión a las luxaciones.
El perro con esta patología presentará intolerancia al ejercicio, cojera al iniciar un movimiento o tras el ejercicio prolongado.
El tratamiento de la displasia de codo suele ser médico, mediante analgésicos y condroprotectores. En algunos casos, será necesario el tratamiento quirúrgico, eliminando la zona de cartílago afectada. La evolución es muy variable en función del tipo y el grado de la lesión, pero en general es desfavorable sin cirugía. En los casos en los que ya existen cambios degenerativos, y a pesar de haber realizado la cirugía, si bien el dolor desaparece, persistirá la limitación del movimiento articular.
Está ampliamente demostrado que la herencia influye en la aparición de la displasia de codo, por lo que se recomienda restringir la reproducción de aquellos ejemplares que padecen la enfermedad, independientemente de que el grado de afección sea grande o pequeño. Este tipo de medidas evitarán a largo plazo que se extienda esta grave patología, con el consiguiente sufrimiento para el animal.

Grados de displasia de codo
El grado oficial de displasia de codo se clasifica de la siguiente manera:
Grado 0: Normal: articulación normal, sin incongruencia, ni esclerosis, ni artrosis.
Grado 1: Artrosis incipiente
Grado 2: Artrosis moderada
Grado 3: Artrosis severa
Los menores grados de la afección se corresponderán con una numeración más baja, e irán de 0 a 3 por codo, tanto en BVA como en AMVAC, AVEPA y SETOV.
Entidades de valoración
En algunos países se realiza esta misma valoración del grado de displasia, pero con variaciones.
En el caso de Reino Unido, la BVA (British Veterinary Association) efectúa la valoración puntuando las anomalías de los dos lados de la cadera y dando como resultado una puntuación que oscila entre 0 y 106 (53 «puntos» para cada lado de la cadera). Así, será más grave cuanto más alto sea el número y se consideran «libres» los grados «A» y «B», que se corresponden con un máximo de 50 en conjunto, 25 por cada cadera. Este es el motivo por el que muchas veces os podéis encontrar la valoración del grado de displasia como 2-3 (BVA), por ejemplo.
Se ha demostrado a través de la cría selectiva que la displasia en las razas donde obligatoriamente es controlada ha disminuido considerablemente. Esto ayuda a que se puedan adquirir cachorros de padres sanos, con todas las posibilidades de que ellos también lo sean. Si se emplean con fines reproductivos ejemplares afectados de displasia, se están empleando deliberadamente portadores de genes defectuosos.
La RSCE permite la inclusión del grado de displasia de cadera y codo en el pedigree de un perro inscrito en el LOE/RRC, siempre y cuando la valoración se haya hecho a través de AMVAC (Asociación Madrileña de Veterinarios de Animales de Compañía), AVEPA (Asociación de Veterinarios Españoles especialistas en Pequeños Animales) o SETOV (Sociedad Española de Traumatología y Ortopedia Veterinaria).
La Real Sociedad Canina de España validará el Certificado Oficial de Evaluación de Displasia obtenido en cualquiera de estas asociaciones veterinarias.
Displasia de cadera
Es la enfermedad ortopédica más común en perros. A grandes rasgos, consiste en una mala congruencia de la cavidad de la cadera con la cabeza del fémur.
Se trata, por tanto, de un “desajuste” entre la cabeza del fémur y su acetábulo o alojamiento. Esta «holgura» es la responsable de la típica cojera de los perros afectados por displasias severas.
Se considera una enfermedad genética hereditaria y multifactorial. Esto quiere decir que, además de la herencia genética que aporten los progenitores, el ambiente también juega un papel importante en la manifestación de la enfermedad.
Algunos estudios estiman que entre el 40 y el 60% de la predisposición a desarrollarla es de origen genético, por lo que la heredabilidad es alta.
Entre los factores ambientales que contribuyen a desarrollar la enfermedad con mayor rapidez se encuentra el exceso de ejercicio durante el crecimiento. También pueden contribuir las carencias nutricionales, el sobrepeso y la velocidad de crecimiento.

Síntomas y tratamiento
Algunos de los síntomas de la displasia de cadera son cojera, intolerancia al ejercicio, dificultad para saltar, correr o tumbarse. También se puede observar restricción de los movimientos de la cadera, chasquidos en movimientos forzados o al andar, o negarse a levantarse. Estos indicios suelen llevar aparejados la pérdida de masa muscular en las patas traseras y el dolor de cadera.
Es posible que muchos perros no manifiesten síntomas evidentes y lleguen a la edad adulta sobrellevando bastante bien la afección, quizás porque sean más tolerantes al dolor. Sin embargo, serán portadores genéticos y posibles transmisores a su descendencia.
Las consecuencias secundarias de la displasia son profundas y las manifestaciones clínicas, en la mayoría de los casos, van acompañadas de mucho sufrimiento para el animal. Por este motivo, es fundamental la detección de los ejemplares que la padecen para no utilizarlos como reproductores, debido a que es una enfermedad que tiene alta heredabilidad.
El tratamiento médico dependerá de la gravedad. Puede suponer el mantenimiento de un peso corporal mínimo o una rutina de ejercicio limitada, en los casos más leves. En casos más graves puede suponer la administración de antiinflamatorios para aliviar el dolor, con riesgo de provocar daños renales y hepáticos, o suplementos protectores del cartílago (condroprotectores). En muchas ocasiones puede incluyo requerir fisioterapia o intervención quirúrgica.
Es importante descartar a tiempo la presencia de displasia de cadera en el Golden Retriever a través de una radiografía de cadera. Siempre se realizará a partir de su primer año de vida, cuando la articulación ya esté formada y se puedan obtener resultados fiables. Las placas radiográficas hechas antes de esa edad pueden presentar falsos negativos y, por ende, no son recomendables.
Grados de Displasia de cadera
Existen varios organismos o entidades cuya valoración de las radiografías del grado de displasia se considera oficial, y que clasifican las caderas en los siguientes grados:
A: Libre de Displasia (perfecta conformación articular). Ausencia de signos radiográficos de displasia)
B: Libre de Displasia. Similar a la anterior, pero con pequeños matices.
C: Displasia Ligera (signos leves de displasia)
D: Displasia Moderada (signos moderados de displasia)
E: Displasia Grave (signos graves de displasia)
Los grados A y B se consideran sin indicios de displasia de la articulación coxofemoral y, por lo tanto, sólo ejemplares con esta valoración deberían ser aptos para la cría.
El grado C indica una displasia leve, una forma de transición, que con el tiempo podría provocar una osteoartritis degenerativa o artrosis.
El grado D indica una displasia moderada, con una clara incongruencia entre la cabeza del fémur y el acetábulo.
Finalmente, el grado E indicaría una displasia grave, con llamativas alteraciones en la cadera como luxaciones, deformación de la cabeza del fémur y otras señales osteoartrósicas.

Displasia de codo
Es el término general empleado para denominar a un conjunto de lesiones hereditarias que pueden presentarse de forma aislada o conjunta en esta articulación. Simplificando, podríamos decir que consiste en un trastorno óseo que hace que no se forme bien la articulación del codo (grado de ajuste de los extremos de húmero y radio), con la consecuente propensión a las luxaciones.
El perro con esta patología presentará intolerancia al ejercicio, cojera al iniciar un movimiento o tras el ejercicio prolongado.
El tratamiento de la displasia de codo suele ser médico, mediante analgésicos y condroprotectores. En algunos casos, será necesario el tratamiento quirúrgico, eliminando la zona de cartílago afectada. La evolución es muy variable en función del tipo y el grado de la lesión, pero en general es desfavorable sin cirugía. En los casos en los que ya existen cambios degenerativos, y a pesar de haber realizado la cirugía, si bien el dolor desaparece, persistirá la limitación del movimiento articular.
Está ampliamente demostrado que la herencia influye en la aparición de la displasia de codo, por lo que se recomienda restringir la reproducción de aquellos ejemplares que padecen la enfermedad, independientemente de que el grado de afección sea grande o pequeño. Este tipo de medidas evitarán a largo plazo que se extienda esta grave patología, con el consiguiente sufrimiento para el animal.

Grados de displasia de codo
El grado oficial de displasia de codo se clasifica de la siguiente manera:
Grado 0: Normal: articulación normal, sin incongruencia, ni esclerosis, ni artrosis.
Grado 1: Artrosis incipiente
Grado 2: Artrosis moderada
Grado 3: Artrosis severa
Los menores grados de la afección se corresponderán con una numeración más baja, e irán de 0 a 3 por codo, tanto en BVA como en AMVAC, AVEPA y SETOV.
Entidades de valoración
En algunos países se realiza esta misma valoración del grado de displasia, pero con variaciones.
En el caso de Reino Unido, la BVA (British Veterinary Association) efectúa la valoración puntuando las anomalías de los dos lados de la cadera y dando como resultado una puntuación que oscila entre 0 y 106 (53 «puntos» para cada lado de la cadera). Así, será más grave cuanto más alto sea el número y se consideran «libres» los grados «A» y «B», que se corresponden con un máximo de 50 en conjunto, 25 por cada cadera. Este es el motivo por el que muchas veces os podéis encontrar la valoración del grado de displasia como 2-3 (BVA), por ejemplo.
Se ha demostrado a través de la cría selectiva que la displasia en las razas donde obligatoriamente es controlada ha disminuido considerablemente. Esto ayuda a que se puedan adquirir cachorros de padres sanos, con todas las posibilidades de que ellos también lo sean. Si se emplean con fines reproductivos ejemplares afectados de displasia, se están empleando deliberadamente portadores de genes defectuosos.
La RSCE permite la inclusión del grado de displasia de cadera y codo en el pedigree de un perro inscrito en el LOE/RRC, siempre y cuando la valoración se haya hecho a través de AMVAC (Asociación Madrileña de Veterinarios de Animales de Compañía), AVEPA (Asociación de Veterinarios Españoles especialistas en Pequeños Animales) o SETOV (Sociedad Española de Traumatología y Ortopedia Veterinaria).
La Real Sociedad Canina de España validará el Certificado Oficial de Evaluación de Displasia obtenido en cualquiera de estas asociaciones veterinarias.